Bip. Respiro.
Bip. Una eternidad.
Bip. Ansiedad.
Entre cada bip electrónico de mi amado metrónomo cabe una cantidad insospechada de pensamientos. Lo único que tienen en común: me producen ansiedad. Entre cada matemática indicación del aparato, mis emociones seducen a los bolillos, queriéndolos hacer aterrizar sobre el tambor una fracción de segundo antes lo que corresponde.
Mi terrible batalla contra esa ansiedad (enemigo ancestral del baterista), se desencadena en el cuadrilátero de las…