“Sí, mae; pero igual de agresiva ha sido la oposición.” La… ¿qué? Una vez que mis cejas regresaron de mi nuca a su posición normal, me quedé pensando sobre la escogencia de palabra de mi compa: oposición. Eso suena como a que el viernes pasado se despertó un grupo de anarquistas, de pura casualidad miraron a la “familia tradicional” y dijeron: “¡A destruir esa mierda!”
Hm. ¿Será?
El contexto de ese intercambio era una amena conversación sobre las elecciones presidenciales. Le conté a mi amigo que yo había considerado votar por Piza, pero que me cayó pésimo que este candidato se presentara en la bendita “Marcha por la Vida y la Familia”, a lo que mi amigo respondió con la frase del principio.
Pocos días después, mientras me cortaban pelo, también empecé a hablar con mi estilista sobre el ambiente político. Ante esto, ella me contó, con gran convicción, que estaba en contra de las “guías de educación sexual del PAC”, porque en ellas se invitaba a los chicos de cole a ver pornografía y a tener experiencias homosexuales “para probar.” Cuando, sorprendido, le pregunté que si eso era textualmente lo que decían las guías, me respondió que “¡así tal cual!”. Así lo habían comentado en la iglesia. Después, cuando insistí en si ella había leído las guías con sus propios ojos, hubo un breve silencio. Después de un par de tijeretazos más, me dijo que “bueno, en realidad el enlace para bajarlas” (el que habían distribuido en la iglesia) no sirve”.
¡Suave, loco! Nunca, en los cuarenta y pocos años de vivir en Costa Rica había visto tribalismo y desinformación política desparramada sin vergüenza en medios de comunicación, redes sociales, y en iglesias. El juego cambió, y no estoy feliz con las nuevas reglas.
A ver. No soy iluso, liberales y conservadores siempre vamos a existir. A mi manera de ver las cosas, mientras que los primeros empujan con empeño para cuestionar modelos existentes (por ejemplo, en la ciencia y el arte), los segundos se encargan de poner el freno a dicho avance, para así conservar las estructuras sociales que sí sirven de una experimentación posiblemente caótica.
Para ilustrar esta dinámica, alternemos las posiciones de dichas responsabilidades , y reclinémonos en nuestros asientos para ver el reverendo desmadre que emerge:
Ejemplo 1: Supongamos que en el Pretil de la UCR arranca una marcha con agenda ecológica. En un abrir y cerrar de ojos, ya dicha agenda está siendo teñida de manera espontánea por otras preocupaciones: antiimperialismo yanqui, pro-derechos indígenas, y—por una peripecia de la elasticidad—antidiscriminación. Pero ¿a la hora de estructurar propuestas y plan de acción? Al son de “todos bienvenidos a externalizar sus preocupaciones”, todo se embarriala y no se logra comunicar ningún objetivo concreto.
Ejemplo 2: Por otro lado, cuando se les permite a los conservadores religiosos que metan las manotas en la innovación científica, ocurre lo que pasó en EEUU: bajo la bandera anti-aborto, y con la excusa de salvar las almas albergadas en células que potencialmente pueden llegar a ser un ser humano, justo como las que uno mata cuando se rasca la nariz—grupos religiosos lograron la prohibición de estudios médicos de vanguardia. ¿Qué lograron? Que se frenaran estudios científicos y avances en medicina que podrían haber mejorado y/o salvado vidas, además de haber evitado la miseria en pacientes (multicelulares y con padecimientos que existen muy por fuera de cualquier duda). En tiquicia no nos quedamos atrás con una prohibición similar.
Pero, como mencioné, la diferencia de perspectivas políticas va a seguir ahí. Sin embargo, hay que ser claros en que estamos en un momento histórico muy particular, y posiblemente único, en el que estamos afrontando problemas ecológicos y de seguridad alimentaria que pueden significar la continuidad de nuestra especie, problemas cuya solución va a salir de un solo lugar: el mundo de la ciencia.
Es decir, hoy es un momento en el que el diálogo abierto, así como el pensamiento crítico y científico tienen que ser reforzados y alentados, no satanizados.
El 28 de diciembre pasado, Trump se asomó por la ventana, vio caer mucha nieve y twitteó que el calentamiento global era pura mierda. ¡Mucho cuidado! El que el mandatario de los Estados Unidos se permita lanzar un comentario de un nivel tan profundo de ignorancia , es muy, muy serio. Es un ataque público, frontal y descarado en contra de la academia y de la ciencia. Es jugar a la politiquería y a la desinformación con un nivel de vulgaridad que quita el apetito.
Se cierra el telón.
Se abre el telón, y aparece Fabricio Alvarado.
Por favor, que alguien me pase la encuesta que brinda las cifras para permitirle a Fabricio Alvarado proclamar que el gobierno “ignoró todo un pueblo” y que “Costa Rica es pro vida”. Que también me pasen el dato acerca de quién fue la compañía encuestadora. En todo caso, y aunque se tratara de la encuesta más legítima y estadísticamente significativa, es importantísimo en este momento tener conversaciones incómodas cuando se escuchen términos como oposición y cuando se escuchen reportes de datos inexactos. Solo de esta manera vamos a poder exponer la vulgar desinformación por lo que realmente es.
Y: no, el hecho de que Fabricio no tenga estudios universitarios no es un punto a favor, es solo un hecho.
Volviendo a la oposición. El baile entre progresistas y conservadores a veces me exaspera. Me parece que el proceso democrático, en la era de la inteligencia artificial y avances científicos directamente sacados de Star Trek, merece tácticas más maduras que simplemente incitar sentimientos de ‘nuestra tribu versus la de ustedes’ y/o usar el rito del domingo para meterle exageraciones en la cabeza a los feligreses.
Ni instaurar el voto para las mujeres, ni desarmar la maquinaria de la esclavitud normalizada de la raza negra fueron conversaciones sociales fáciles de tener ni principios nuevos por aplicar. Pero se lograron. Tampoco fue darnos cuenta de que el paciente con epilepsia en realidad sufre de un complejo grupo de trastornos neurológicos, y que un exorcismo iba a surtir poco efecto. Pero se logró. Una vez más: la única moneda con la que vamos a poder pagar el avance es mediante el detallado y respetuoso cuestionamiento de toda idea que pueda impactar a la sociedad. Continuemos la danza entre los progres y conservadores, pero a ambos les digo: mantengamos el decoro para que nos dure el baile.
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