En este artículo va a encontrar:
- La aproximación del 21 de Diciembre del 2012 a lo largo de los últimos 15 años
- La experiencia transformativa que está disponible –independientemente- de sus creencias
Son las 7:30 PM del 20 de Diciembre, mientras escribo esto. Si algo me dejaron los cursos de ciencias de la escuela de ingeniería es que en la naturaleza (con poquísima frecuencia) manifiesta fenómenos de gran magnitud sin un preámbulo notorio. En otras palabra, me atrevo a vaticinar, que si mañana todos nos morimos probablemente será por un meteorito y no por el subsuelo de magma que se está licuando y que hará estallar todos los volcanes. Gran alivio, ¿no?
Por supuesto puedo estar masivamente equivocado. Espero que no.
¿15 años esperando mañana?
Debe haber sido en 9º año de colegio cuando escuché por primera vez acerca del 2012. Dos compañeros con camisetas de Iron Maiden habían pasado toda la semana con una aflicción más opaca de lo acostumbrado en sus caras; decidí indagar.
Después del obligatorio y brevísimo suplicar, normalmente requerido para revelar los secretos adolescentes más apreciados, escupieron su secreto: “¡el 21 de diciembre del 2012 todo se va a la mierda!”
“Pero… ¡no le puede decir a nadie, Jota!”
Cumplí la promesa. De hecho tan bien que se me olvidó por completo el asunto, hasta unos 6 o 7 años cuando en los círculos de meditación, y en las bocas de estudiosos místicos volvió a resonar la siniestra fecha. Algunos vaticinaban el Armagedón en esteroides, otros un cambio cuántico de consciencia colectiva.
Rebobinar, observar, y volver a comenzar
Aprovechando que la famosa fecha ya había ganado cierta notoriedad (por lo menos en mi cabeza), este año aproveché para programar un escape personal para replantear objetivos y valorar nueva metas en mi vida. Un ejercicio que hago todos los años –más o menos- por la misma fecha. Conmemorativamente decidí llevar el ejercicio un poco más allá, y valorar no solo los logros de los 12 meses anteriores y los planes para los 12 venideros, sino que hacer un peritaje de los 33 años pasados (de casualidad, mi edad actual) y de los 66 años próximos (una burda aproximación).
La tarea la dividí así:
- 20 de Diciembre, evaluar dónde estoy en este momento y cómo llegué hasta aquí.
- 21 de Diciembre, quedarse en el presente. Mucho Vipassana.
- 22 de Diciembre, tomar la información de los dos días anteriores y plantearme una estrategia para empezar a actuar inmediatamente
Una lista
“Si hiciera una lista de mis errores
de los menores hasta los peores
que expusiera todas las heridas,
los fracasos, desamores y las mentiras”
Café Tacvba. “Volver a Comenzar.” Sino. Universal Music, 2007
Viajé 2 horas fuera de la ciudad a un precioso albergue en el valle de San Gerardo e Dota, yo solo. El día de hoy he pasado rebobinando hasta más no poder: relaciones amorosas, la muerte de mi padre, la U, el cole, empleos buenos, malos, y pésimos, etc. Sin apegos ni quedándome a rumiar en ningún pasaje. Eso sí, poniendo atención a patrones repetidos y tratando de tomar distancia para ver más claro el panorama completo.
No voy a soltar todo lo que he develado en este blog; si bien es un ejercicio de catarsis, no lo es tan burdo. Pero sí, me atrevo a decir que el miedo es un tema no-menor por trabajar.
Superar Miedos
Quizás quitar miedo tenga algo que ver con dejarse caer en las olas más grandes y no dejarse vencer por el vértigo. Dicho eso, me parece que, más que ese tipo de audacia “adrenalínica”, quitarse el miedo se me está revelando como ejercer una sinceridad incondicional con mis propios primeros instintos. Dejar de dirigir compulsivamente la mirada hacia los demás para tratar de evitar conflicto. Es decir: empezar a defender metodológicamente mi libre albedrío.
A mi paseo me traje un único libro: el magnífico y eterno “Walden” por Henry David Thoreau. En sus páginas se revelar un tipo coraje que confronta de manera serena y robusta las influencias de la sociedad. No por un torpe reventón de rebeldía adolescente, sino por una profunda reverencia a la experiencia de vida en su forma más pura.
Si no saco ninguna otra micro-epifanía de estos tres días, me voy a dar por satisfecho. Porque cuando una exhortación tan trillada como «por encima de todo, se sincero contigo mismo» finalmente se “cristaliza” (como decía Gurdjieff) hay que estar agradecido y procurar no dejarla tirada.
Por último, mis disculpas a Shakespeare.
Saludos.
-j
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