La siguiente es una transcripción adaptada y enriquecida de una charla dada para el podcast “Radio Sinergia” disponible en iTunes Store
En este artículo va a encontrar:
- La diferencia entre el optimizar resultados y el dogma de pasar corriendo
- La ley que no se puede quebrar para la obtención de resultados
- Cómo usar su calendario como termómetro de eficacia
La Rapidez Por Método
Escuchapa el ultra-cafeinado podcast de JB Glossinger, “The Morning Coach”. Él estaba hablando sobre sus trucos para aprovechar el tiempo, y otros hábitos positivos en la rutina diaria; concepto con el que estoy generalmente de acuerdo. Puede que sea un poco quisquilloso el comentario que voy a hacer, pero los que me conocen saben que yo soy un apasionado de la lectura; mis libros favoritos son las buenas novelas clásicas (por ejemplo Los Hermanos Karamazov), por una buena razón: me gusta estimular la imaginación, zambullirme en un cuento.
En fin, estaba escuchando este podcast de JB Glossinger, cuyo discurso siempre va en crescendo, y dice: “Yo mantengo siempre una rutina de hacerle una ‘’lectura veloz” a 3 libros por semana, voy pasando las páginas volando”. A pesar de que concuerdo con que la lectura es uno de los hábitos más fructíferos que se pueden tener; en este momento me encuentro en un punto en que estoy haciendo un esfuerzo consciente por alejarme de la necesidad impuesta de buscar la velocidad en todo lo que se hace. Les voy a contar por qué.
Su indiscutible misión sobre la tierra… ¡¿Su qué?!
Hemos escuchado mucho, y aquellos que prestan atención a los libros de superación personal, libros sobre eficiencia humana, muchas veces lo que nos recomiendan es: póngase un objetivo, escriba su misión, sea usted mismo y cumpla la misión, el trabajo por el cual lo pusieron sobre la tierra. Yo me acuerdo que cuando yo leía esas cosas yo decía: “lindísimo, voy a cumplir mi misión en la tierra ¿pero cómo carajos la descubro?” Cuando leo esos libros tengo la esperanza de que más adelante el libro me digan… “para descubrir su misión llene este formulario de 5 preguntas y ahí la va a tener”…nada de eso! Lo que he descubierto y que otros autores y en otros programas sí le cuentan a uno, es que para uno saber cuál es su misión, no se trata de un proceso de media hora, mas bien es un proceso de descubrimiento, un proceso orgánico que puede tardar mucho tiempo, inclusive años.
En mí experiencia personal, mi descubrimiento de las misiones ha sido integrado como parte de mi rutina. Por ejemplo, la primera vez en que yo me sentí impulsado para escribir mis objetivos, para ponerlos ya sea de forma gráfica o en palabras, lo hice siguiendo un buen consejo que me dieron en un programa que era: empiece con lo que tiene. No tiene que ser definitivo, no está escribiendo su objetivo sobre piedra, pero escríbalo y reténgalo en su primera forma escrita. Digamos la versión “Beta” de sus objetivos, téngala ahí presente y véala a diario por varias semanas. Después si le resulta incómodo o siente que han cambiado, hágalo, pero escríbalo, manténgalo.
Por ejemplo, en esa ocasión mi experiencia fue con los famosos “vision boards”, que consistía en poner unos recortes o imágenes sacadas de Internet sobre una pizarra y visualizar uno cada día como si ya tuviera los objetivos que había puesto en la pizarra. ¿Qué fue lo que pasó? Después de 3-4 meses de estar viendo ese primer intento de “vision board”, me di cuenta que realmente alguna de las cuestiones que había puesto ahí no me interesaban tanto como pudiera haber pensado en un primer momento. ¡Maravilloso! las quité, las adapté, luego me quedé con ese otro “vision board” por varios meses más y ahí uno se va dando cuenta, va depurando su visión.
Un proceso metódico
A lo largo de los meses, y esto fue hace 5 años, ahora puedo decir que ese ejercicio duradero me ha dado como resultado una mejor idea de qué es lo que yo realmente quiero y eso es una ayuda invaluable. Es un proceso de autodescubrimiento lindísimo. Entonces, cuando lean: “escriba su objetivo”, no crea que es sobre piedra, es el inicio de un camino, el inicio de un proceso.
Yo les decía antes, que cuando estaba leyendo esos libros y escuchaba y leía esas recomendaciones, yo tenía la esperanza que me dieran una receta mágica para conocer cuál es mi objetivo y entiendo de dónde venía esa ansia. Entiendo de dónde venía ese anhelo mio de tenerlo rápido y es que ahora vivimos en la cultura de “más resultas y más rápido”. Exigimos medicinas para el dolor de estómago que actúen en 10 segundos. Los vehículos cada vez los “pimpean” para ir más rápido en las carreteras, todo el mundo vive bajo una ansiedad caprichosa y crónica por la falta de tiempo. Hay que tener la más rápida conexión a Internet. En la Internet nos venden soluciones mágicas e inmediatas para la salud, para el sobrepeso. La gente tiene una sed desesperada, y yo me incluyo, yo me metí al curso de lectura veloz, lo cual ahora me parece que es un asesinato de obras literarias.
Aprender a cosechar:
En fin, el punto es que vivimos en una sociedad que exige más cantidad y más rápido. Sin embargo, ojo, ya usted debería conocerlo, debería de saber que velocidad no es igual que eficiencia. Por ejemplo, el Dr. Stephen Covey tiene una analogía lindísima que es La Ley de la Cosecha. Nos dice que en un contexto social, por ejemplo, una escuela o universidad, uno se puede salir con la suya si 3-4 días antes del examen se faja estudiando y hace una inmersión de 3-4-5 días antes del examen y puede que pase raspando el examen. Yo lo he hecho y efectivamente, como dicen los profesores ¿qué es lo que pasa al semestre siguiente? Que uno limpió el disco duro. Como el horrible dicho que había en la universidad, “materia aprobada = materia olvidada”.
¿Cuál es La Ley de la Cosecha? Intente ir a donde un finquero y decirle que 1-2 semanas antes de que sea la época de la cosecha se faje con la plantación porque urge cosechar ya, ya, ya!. No sirve de nada! Uno se puede fajar 2-3 semanas antes de la cosecha sin haber hecho ningún trabajo previo y a la naturaleza le importa un bledo. Los árboles no van a nacer en 2 semanas, los frutos no van a estar ahí en 2 semanas de trabajo. Tiene que ser un trabajo constante, ir arando, preparando la tierra, tiene que ser un trabajo constante y paulatino. Esa es la misma ley que rige los estados naturales. En un contexto social fabricado por la humanidad como la escuela, el colegio o la universidad, puede que le sirva a uno esta ideología de fajarse, de hacerlo rápido y uno puede “engañar” al sistema. Uno puede sacar la nota para aprobar el curso pero realmente no se educó. Al semestre siguiente se le olvidó toda la materia y aún así sacó la nota para aprobar el curso.
Estamos demasiado acostumbrados a estos sistemas sociales fabricados, sistemas artificiales, no naturales. Como les decía antes, exigimos medicinas inmediatas, vehículos más rápidos, toda una inmediatez, una insaciable sed por la velocidad y la consecuente frustración de tener que esperar por resultados que se anhelan ya. Yo entiendo esta frustración, no es que me parezca positiva, ni la mejor manera de actuar, pero entiendo cuando las personas se frustran ante resultados que se obtienen lento, por ejemplo cuando una persona que no tiene el hábito del ejercicio se frustra con el gimnasio. Yo conozco varios amigos que durante años su rutina del gimnasio era mes y medio por año. Iban mes y medio súper inyectados al gimnasio, “esta vez si lo voy a lograr, voy a tener persistencia” y dicho y hecho, como con calendario, 5-6 semanas después de que se metieron lo abandonaban y hasta el siguiente año vuelven a aparecer.
Un libro cada 2 días
De vuelta al podcast en el que JB decía que se leía constantemente 3 libros por semana. Dudo profundamente de que esté absorbiendo ni degustando las sutilezas que los autores se tomaron el tiempo de meter en esos tomos literarios. La clave aquí está en volverse sincero ante el reloj y el calendario.
En mi caso, volviendo a los hábitos, estoy apreciando el valor de los hábitos, el valor de tener un esfuerzo constante, el de tener persistencia, el de tener una rutina que dure a través del tiempo. No importa, no es necesario, la gente me dice: “es que yo no tengo 2 horas para ir al gimnasio cada día”. No ocupa 2 horas, lo que se ocupa son 30 minutos de trabajo inteligente en el gimnasio durante un tiempo prolongado. Que estos 30 minutos se vuelvan una rutina inegrada. Que no sea 2-3 horas por día de gimnasio un mes al año, no sirve de nada. Es mucho más valioso 30 minutos cada día de lunes a viernes a través de un tiempo duradero.
Existe la teoría de que hay una cifra exacta de repeticiones diarias de una rutina, después de la cual la actividad se tatúa en nuestra rutina y ya después ni la sentimos. Por ejemplo no es que uno se cuestione ¿me lavo los dientes hoy o no me los lavo? No, es una rutina que uno implementa sin mayor cuestionamiento ni dolor.
Eso es lo que les propongo, que empiecen a apreciar cuál es el valor de dedicar un tiempo no tan grande, de un esfuerzo que no sea titánico, pero sí un esfuerzo constante y empezar a valorar la constancia y profundidad de aprendizaje versus la rapidez.
Saturado de información
Al final del año pasado yo estaba completamente atarantado, estaba embotado, estaba teniendo un síndrome de sobresaturación de información. Y eso que ni si quiera leía 3 libros por semana, estaría en el psiquiátrico! Pero sí me estaba leyendo 2-3 libros por mes de información nueva y me pasaba lo mismo del dicho en la U, “libro leído = libro olvidado”, algo se quedaba ahí, un ápice de información. Sin embargo no retenía los conceptos y eran libros maravillosos.
Entonces al principio de este año me propuse darle la vuelta al hábito de la rapidez. Había un libro en especial que en ese entonces quería… ni siquiera entenderlo, si no que dominarlo, realmente adentrarme en el libro.
Inspirado por Jeffrey Gitomer quien dijo que cuando él decidió de una vez por todas tomar medidas fuertes contra sus hábitos mentales negativos, decidió a lo largo de un año leerse un capítulo de de dicho libro por día a lo largo de todo el año. A mí me resonó esta idea. De hecho, la semana de fin de año pasado, estando en la playa con mi novia, decidí a lo largo de esa semana empezar a implementar esa rutina y me leí el libro, un capítulo por día y no he parado. He fallado un par de días pero ya la rutina está implantada. Y al pasar una y otra vez y al tomar notas e ir escarbando poco a poco cuáles fueron las ideas, cuál era el enfoque del autor en el momento en que estaba escribiendo esas ideas, el entendimiento de los conceptos adquirió una tridimensionalidad abrumadora.
Nunca en mi vida había hecho este ejercicio de tomar un libro y compenetrarme tan profundamente con él. Ha sido un ejercicio maravilloso, no podría estar más agradecido. Es como la canción favorita de uno, uno la ha escuchado tantas veces y después de un rato la empieza a entender a otro nivel de profundidad.
Lo siento JB Glossinger…
Estoy radicalmente opuesto a la idea de 3 libros por semana! Una de mis fascinaciones es llevar la contraria! Y en este mundo que está tan obsesionado por la velocidad desesperante, esta velocidad tan abrumadora (la cual a veces la entiendo en los negocios pero no la entiendo en otros conceptos de la vida), estoy haciendo un esfuerzo consciente por empezar a profundizar versus pasar corriendo por las cosas. Limpié los libros por leer, hice una lista, hice un compromiso conmigo mismo, tomé la decisión de leer los libros que tenía que leer. No iba a comprar ni un sólo libro hasta terminar con ellos. No iba a leerlos, iba a digerirlos.
¿Entonces cuál fue la gran lección de todo esto? He empezado a conocerme: ¿de las tareas que me gustaría completar por día honestamente cuántas puedo lograr de manera efectiva sin terminar completamente debilitado? Yo tengo el hábito de organizar las tareas de cada día. El fin de semana me tomo un tiempo para organizar las tareas que vienen la próxima semana y he empezado a conocer cuáles son mis límites verdaderos. Antes si tenía una semana, decía, “uyy esta semana viene un poco libre, entonce, ah!…voy a hacer estas 100 tareas” y me ponía 7-8 tareas por día y llegado el día uno se atrasa un poco en algo, ya se empieza a angustiar, se empieza a tornar en una culpa atropelladora y se termina haciendo nada.
Al aprender cuándo es que uno se está extralimitando, cuando uno aprende a saber cuáles son los objetivos plausibles, hasta dónde puedo llegar yo de manera sincera y efectiva, uno se pone objetivos, divide la semana de manera real y empieza a avanzar a más velocidad que cuando uno se extralimitaba absurdamente.
Al moderar las tareas por hacer, al tener este conocimiento pragmático, al haber experimentado cuál es la propia velocidad efectiva, paradójicamente, en vez de alentarse, uno se vuelve más eficiente. Siguiendo la analogía de La Ley de la Cosecha, al aprender cuáles son los propios ritmos naturales, al trabajar por las metas de forma estable, esas son las llaves que me han permitido a mí avanzar de manera más eficaz. Los invitaría a ustedes a hacer un esfuerzo consciente por ver cuál es la manera en que podrían empezar a implementar hábitos, a conocerse, a tomar las experiencias que han tenido cuando han tratado de implementar hábitos y han fallado. A hacerse las preguntas de por qué es que no me ha servido y de esta manera empezar a caminar hacia una forma más organizada de ir trabajando, de ir desarrollándose de acuerdo a sus propias habilidades.
Finalmente, como suele suceder, el gran maestro Osho tiene una perspectiva única en el por qué y el cómo tranquilizar el ritmo de la vida moderna. En el siguiente libro propuesto, él responde la pregunta “Querido Osho, ¿cómo hago para vivir con más detenimiento?”
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