La Enfermedad llamada Necedad – JotaJ
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La Enfermedad llamada Necedad

22 enero, 2012
Una mente cerrada

En este artículo va a encontrar:

  • Las 3 fuentes de “verdades absolutas” que lo pueden estar bloqueando
  • La única opinión autoritativa que vale la pena escuchar
  • El libro que le va a enseñar cómo modificar esas “verdades absolutas” para alcanzar sus objetivos

Las «sentencias» crónicas

Una de las temáticas más recurrentes en las conversaciones que sostengo con Donald Vega, es los aparentemente antojadizos mecanismos que utilizan las personas para negarse, tan siquiera, a la posibilidad del cambio.

La lógica podría llevarnos a pensar que si una persona ha sido diagnosticada con alguna condición crónica delicada, que el anhelo de superar éste estado le van a alentar a investigar varios caminos para determinar el que le resulta más apropiado y así tratar de mejorar su condición. Pero bueno, si no somos tan optimistas como para pensar que esta persona va a embarcarse en una búsqueda por varias posibles soluciones, por lo menos podríamos esperar que ésta persona va a escuchar sugerencias… lastimosamente: ¡no!

Mi experiencia ha sido radicalmente diferente: Me he percatado de que la muralla de protección de las personas salta a su altura máxima defensiva con el más ínfimo ensayo de sugerencia a una nueva alternativa. A la más mínima… mejor dicho: con tan solo la microscópica mención de un camino distinto  de lo que “dijo mamá”, lo que “dijo el profe”o lo que “dijo el Señor Médico”, se empiezan a ver reacciones como sonrisas irónicas, cabezas volteadas, miradas apartadas y la inequívoca sensación de que la atención que estaban prestando se esfuma. En resumen el mensaje es: “Ni se atreva a meterse con mis verdades”.

La autoridad externa

Me considero un optimista hacia el ser humano, por lo menos hago lo mejor posible para recordar, cada vez que puedo, las buenas cualidades que compartimos, y que éstas (de alguna u otra manera) predominan sobre la mezquindad que a aflora, por ejemplo: en las carreteras un viernes a las 5:00 PM. De manera que cuando después de solicitar mi opinión un amigo reacciona de la manera que ilustré en el párrafo anterior intento no pensar que es debido a lo que Gurdjieff llama la “Enfermedad llamada Necedad”, sino que obedece a cierto condicionamiento que puede ser encarado de una manera positiva.

No es difícil darnos cuenta que en nuestra sociedad uno de los atributos que más se valoran es el contenido de nuestras cabezas: pasamos gran parte de nuestra existencia aprendiendo datos, poniéndolos en práctica, y finalmente esto es lo que va a determinar nuestro éxito como profesionales. Entonces, dicho de otra manera: nuestro conocimiento es nuestro tesoro. No es de asombrarse que la gente resguarde sus ideas como tal. Esta es parte de la razón por la cual muchos levantan sus escudos cuando se les ofrece una alternativa a lo que han escuchado de profesionales, quienes en el caso de los médicos, se han venerado en el siglo pasado casi a un nivel sacro.

El miedo a desafiar

Entonces, para volver al tema central, la cuestión que estamos tratando es simple y llanamente: ¿Cómo estoy reaccionando cuando se me presenta información nunca antes escuchada? Lo cual no es cuestión simple, entramos en territorio de la psicología, mercadeo, fé,  y -en nuestros días- hasta economía monetaria. Por supuesto que no existe una regla dorada para poder distinguir lo que es efectivo de lo que es puro engaño. Lo más cercano es la famosa metodología de la “prueba y error”, y personalmente he visto que los retrocesos más radicales en cuestiones de salud ocurren cuando dejamos de aplicar esta regla y la cambiamos por “prueba, otra vez la misma prueba, nuevamente esta prueba, etc.”

Indiscutiblemente si queremos llegar a encontrar un estilo de vida plenamente saludable, feliz y que se ajuste como guante a cada uno de nosotros vamos a tener que pasar por muchas pruebas, porque se trata de un camino que tenemos que forjar por, y para, nosotros mismos. Recordemos que hoy en día flotamos en un mar de conocimiento que es más grande que lo que cualquier profesional podría querer navegar en una vida entera de estudio. Es decir –con el respeto que se merecen- pero si algún profesional le habla en tono de la “verdad última”, esto debería encender una luz roja.

¿Quién sabe como se siente usted?

Por lo tanto lo pertinente es confiar en nuestro propio sistema de navegación: la verdadera brújula por la cual deberíamos evaluar nuestro bienestar es la manera en que nos sentimos de la cara hacia dentro… en absoluta sinceridad con nosotros mismos, repito: ABSOLUTA sinceridad. Pro ejemplo: no importa cuan recomendado sea el especialista, no importa cuantos (y cuan buenos) amigos digan que se están sintiendo mejor: si después de un tiempo prudente de probar los magnetos en la muñeca no están haciendo sentir mejor, HAY que descartarlos y seguir buscando.

Si hace seis años un amigo me hubiese contado que come carne de res y de cerdo varias veces a la semana, y que además entrena sentadilla con barra libre sin cinturón, probablemente lo hubiese acusado de blasfemia, sin embargo hoy en día esa rutina me pertenece a mí, y ¡nunca me he sentido mejor! Así que el único tipo de dirección que puedo ofrecer para quienes quieran optimizar su estado actual de salud viene en dos partes:

  1. No ser tan excesivamente veloz a la hora de resguardar el conocimiento propio, por lo menos escuchar las propuestas nuevas. En otras palabras no ser dogmático.
  2. Evaluar el cambio  por su propia “brújula personal”.

Para concluir una brevísima cita del clásico libro “Así habló Zaratustra” de Friedrich Nietzsche. Para él el acto de caminar el propio camino hacia una mejor calidad (y cualidad) de vida constituye el mayor acto de creación; labor que involucra morir al pasado:

“Crear – ésa es la gran redención del sufrimiento, así es como se vuelve ligera la vida. Más para que el creador exista son necesarios sufrimiento y muchas transformaciones.”

¡Sí, muchos amargos “morires” tiene que haber en nuestra vida, creadores!”

Recursos:

Muchas veces la reticencia que sentimos al cambio, o el miedo a desafiar una voz autoritativa tienen un fundamento legítimo. Sin embargo, si está empezando a sospechar que su apego a alguna opinión o diagnóstico no le está ayudando, entonces es tiempo de explorar a profundidad ya que puede haber un bloqueo mental que hay que sanar. El mejor y más esclarecedor recurso que he encontrado para hacer ese tipo de autoexamen es el libro Psycho-Cybernetics de Maxwell Maltz. El año pasado encontré una primera edición del mismo en una compraventa en San José, si no está disponible en inglés por amazon:


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2 Comments

  • Reply sebastian upegui 4 mayo, 2012 at 8:31 AM

    muy útil, gracias!!

    • Reply Juan Jacobo 4 mayo, 2012 at 9:09 AM

      Muchas gracias Sebastián! Este artículo siempre ha gustado, me alegra mucho. De dónde escribes? Saludos!

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